Todos los días observamos situaciones que causan pesar. Y la pobreza es algo de cada día. Sin embargo, el ver este tipo de escenarios de forma recurrente hace que poco a poco perdamos el asombro y, en ocasiones, la empatía y el espíritu solidario.
Nos dejamos absorber por la rutina, las preocupaciones de un mundo competitivo y olvidamos mirar a aquellos que nos necesitan, olvidamos tender la mano. Parece que el egoísmo y la indiferencia han reemplazado a valores como el respeto, la tolerancia y cooperación. Un ejemplo perfecto es esta fotografía.
La imagen fue captada en Manila, Filipinas por A. J. Laberinto. En ella se puede ver a un bebé de apenas unos meses de edad desnudo sobre las escaleras de un transitado metro de la ciudad. Y lo más desgarrador es que las personas simplemente pasan de lado. En la descripción de Laberinto se lee:
“Yo estaba cerca del lugar con mi cámara en mano. Entonces vi al niño y me acerqué. Estaba tirado en el piso, no muriendo; más bien, estaba profundamente dormido. Puesto que los transeúntes estaban acostumbrados a ver escenas parecidas, reaccionaron como suelen hacerlo: alejándose. Ahora, tomé las fotografías y pregunté en voz alta dónde estaban los padres del niño. En ese instante, apareció una mujer desaliñada y con ropa sucia, tomó al niño y se marchó. Todo pasó en cuestión de segundos”.
Lo más triste de todo es que es un caso de muchos que ocurren a diario. Se trata de una escena común en un mundo en el que tres millones de niños menores de cinco mueren cada año a causa de la desnutrición infantil y 24 mil personas mueren por lo mismo cada día.
La imagen es una llamado para despertar. Somos nosotros quienes pueden cambiar la situación, una pequeña acción puede desencadenar grandes consecuencias. Seamos solidarios, amables, respetuosos y justos con quienes sufren. Todos somos agentes de cambio.
Fuente: Porquenosemeocurrio.net