La increíble historia de la soldado nazi que era más temida que los hombres


La famosa “hiena de la Gestapo” era la colaboradora nazi más temida en la zona de Francia que el ejército de Hitler ocupó. Su nombre era Violette Morris y se decía que disfrutaba torturando a sus prisioneros.

 

Violette nació en París en 1893. Pasó su adolescencia en un convento y, en 1914, se casó con un hombre. Trabajó como enfermera durante la Primera Guerra Mundial y conducía ambulancias, pero su verdadera pasión eran los deportes. De hecho, era una muy talentosa deportista. Lanzaba peso y disco, hizo tiro con arco, lucha grecorromana, hípica, natación y boxeo.

Además, jugaba waterpolo y estaba en dos equipos fútbol y en el equipo nacional de Francia. Sin embargo, su pasión más radical era participar en carreras. Incluso llegaría a extirparse los pechos para caber mejor en los estrechos coches de carrera de la época.

 

Tras divorciarse en 1923, empezó a usar ropa de hombre y dejó de esconder su bisexualidad. En 1927, ganó la carrera de 24 horas Bol d’Or pero su conducta llamó la atención y, en 1928, la federación olímpica francesa le prohibió participar en los primeros Juegos Olímpicos. La acusaron de atentar contra la moral pública.

Más adelante, llegaría otra decepción. Con la gran depresión, el taller de coches que apertura en París se vino abajo. Este sería su punto de declive.

 

Primer contacto con los nazis

Violette fue invitada a participar en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín por la agencia de inteligencia de las SS nazis. Deseosa de reconocimiento, la mujer aceptó y ese viaje hizo que cayera rendida a los pies del nazismo.

Al volver a Francia, hizo de espía para los nazis. Les dio información sobre el Somua 35, mapas de París y datos top secret sobre la Línea Maginot (defensa militar de Francia para prevenir una invasión alemana). Al poco tiempo, Alemania logró traspasar la Línea Maginot y atacó Francia.

 

Se dice que era muy allegada a Hitler y tenía permiso de torturar a quienes quisiera, cómo quisiera. Sus métodos eran aterradores e hicieron que la conozcan como “la hiena de la Gestapo”. Estó la convirtió en un objetivo prioritario para los aliados.

 

Final

El 26 de abril de 1944, la resistencia francesa Maquis Surcouf preparó una emboscada para acabar con ella en un viaje. Sin embargo, Violette pasó muy rápido en su Citroën 15 CV y ningún disparo acertó. Decidieron esperar a que regresara de Beuzeville por la misma carretera y, cerca de las 7, volvieron a ver el coche. La hiena de la Gestapo fue ametrallada.

 

El cuerpo de Violette fue llevado a una fosa común y nadie lo reclamó nunca. Cuatro meses más tarde, París se libró de los nazis.

 

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